Conducir con resaca: tan peligroso como hacerlo ebrio

Conducir con resaca: tan peligroso como hacerlo ebrio


El alcohol y la conducción forman una malísima combinación. De hecho, está detrás de 1 de cada 3 accidentes mortales en las carreteras españolas. Conducir con alcohol en el cuerpo supone un riesgo para el propio conductor y el resto de ocupantes de la vía; pero también lo es conducir bajo los efectos de la conocida «resaca». 

En términos médicos, se considera resaca cuando se dan la presencia de dos de estos síntomas al día siguiente de haber bebido alcohol y de metabolizarlo: dolor de cabeza, temblores, fatiga, náuseas y vómitos, diarrea, irritación y tristeza, falta de sueño, falta anormal de ganas de comer… así como alternaciones visuales-espaciales, hormonales y en la circulación de la sangre.

La resaca del día después de haber ingerido alcohol afecta y mucho a las condiciones psicológicas, cognitivas y físicas del conductor. Sus efectos dependerán de la persona ya que cada cuerpo y edad absorbe y metaboliza el alcohol de forma diferente y de las circunstancias en qué éste ha sido ingerido: (si ha tomado algún alimento sólido con él, el tipo de bebida, si es un consumo esporádico o recurrente, su situación anímica).Todos ellos son factores que influyen y mucho en los efectos de esa cantidad de alcohol en el cuerpo. 

Un conocido estudio de la Universidad de Brunel (Reino Unido) de 2009 ya establecía que conducir bajo los efectos de la resaca puede hacer que el manejo del vehículo sea hasta cuatro veces peor.

Aquel estudio examinó a los voluntarios en un simulador de turismo de la propia universidad británica, en el que se podían medir velocidades, distancias, colisiones, infracciones de tráfico e invasiones de otros carriles. Los voluntarios condujeron en un recorrido de 7 kilómetros y medio en diferentes tipos de vías, en las que se incluían peatones, animales, giros, intersecciones…Los resultados arrojaron interesantes conclusiones:  
  • Aumentó la velocidad media de los conductores en 15 km/h.
  • Las infracciones de tráfico relacionadas con saltarse señales y semáforos se multiplicaron por 2. 
  • Las invasiones de otros carriles se multiplicaron por 4. 
  • Se duplicó la dificultad de conducir. El conductor resacoso no es consciente del deterioro de sus capacidades, las cuales están mermadas por el alcohol.


Dormir no metaboliza el alcohol

A pesar de que es una creencia muy extendida, dormir no «elimina la borrachera». De hecho, para metabolizar el alcohol el cuerpo necesita estar activo para que el proceso sea más rápido. En la noche, el cuerpo descansa y el proceso metabolizador se ralentiza. 

Por ello, al despertar se sigue igual de ebrio, por lo que es totalmente desaconsejable la conducción bajo estas circunstancias. Es preferible utilizar el transporte público o buscar un conductor alternativo. 

No existen trucos para engañar en una prueba de alcoholemia: ni beber agua, ni correr, ni los caramelos ni comer césped ayudan. El alcohol ya está en la sangre y en los pulmones y no se va a marchar hasta que el cuerpo no lo haya absorbido y metabolizado y lo expulse. 

Hay que tener cuidado con las bebidas «sin alcohol». Todas ellas tienen, aunque en cantidades de un 1%. Abusar de ellas puede provocar mareos, dolores de cabeza, fatiga y debilidad, además de alterar la capacidad de atención. 

Las bebidas energéticas no contrarrestan los efectos del alcohol: mantendrán más despierto pero no eliminarán la presencia de alcohol en el cuerpo. 

El organismo resacoso presenta alteraciones tras consumir alcohol, que afectan a sus tareas diarias. La actividad cerebral se ralentiza hasta 16h después de desaparecer el alcohol del cuerpo. Aumenta su trabajo cardíaco y hormonal, presenta más deshidratación y provoca diuresis, con mayor orina.